De las siete tribus nahuatlacas que partieron de Chicomoztoc, los azteca fueron los últimos en llegar al Valle de México. Chicomoztoc significa lugar de las siete cuevas. De Aztlán, lugar de las garzas, salieron los azteca, la tribu más pobre, para iniciar una larga peregrinación por mandato de su dios. Huitzilopochtli prometió a los aztecas guiarlos hacia la tierra en donde habrían de asentarse definitivamente.
Los azteca, antes de llegar al Valle de México, pasaron por numerosos lugares, entre ellos Michoacán, Jalisco, Coatepec, Zumpango, Xaltocan, Ecatepec, para asentarse, en una primera instancia, en Chapultepec. De Chapultepec, los azteca fueron arrojados por los pueblos vecinos: colhua, tepaneca, xochimilca según parece, porque los mexica salieron a buscar prisioneros para sacrificar a su dios con motivo de la fiesta del fuego nuevo. Tras la derrota azteca, los señoríos aliados: Culhuacan, Azcapotzalco y Xaltocan, tomaron sus propios cautivos y correspondió a los de Culhuacan quedarse con la mayor parte de la tribu, la que fue sujeta a servidumbre.
Los aztecas solicitaron del señor de Culhuacan un lugar donde asentarse por orden de su dios Huitzilopochtli, sin importar que éste fuera bueno o malo. Con el aparente favor del señor de Culhuacan, quien consultó con el consejo, el que le era adverso a los solicitantes, los aztecas pudieron establecerse en Tizapán. Tizapán significa: lugar de las víboras venenosas y según la leyenda, el señor de Culhuacan, otorgó a los azteca dicho lugar con la intención de que éstos fueran exterminados por las serpientes. Huitzilopochtli, siempre atento a las necesidades de su pueblo, les enseñó como cazarlas y domesticarlas con el fin de que les sirviera de alimento. Con el objeto de obtener su libertad y siendo tributarios del señor de Culhuacan, los azteca lucharon contra los xochimilca de quienes entregaron, en señal de victoria y valor, costales cuyo contenido eran las orejas de los prisioneros.
Los azteca solicitaron al señor de Culhuacan les cediera a su hija para convertirla en diosa a lo que accedió con la certeza de que su hija sería objeto de veneración con las correspondientes ceremonias rituales. Siguiendo las órdenes de su dios Huitzilopochtli, la doncella fue sacrificada y su piel y ropajes fueron el atuendo de uno de los sacerdotes. El señor de Culhuacan fue invitado para asistir a la ceremonia de entronización a diosa de su hija, pero al darse cuenta de la realidad mandó a sus guerreros contra los azteca. Los azteca lograron huir rumbo a Iztapalapa para continuar su marcha y refugiarse en un islote al occidente del lago de Texcoco.
Según la leyenda, los azteca encontraron por fin, en ese islote, la señal prometida por su dios: sobre una peña crecía un nopal y sobre éste se posaba un águila devorando una serpiente... ahí se establecerían, ahí se fundaría la gran Tenochtitlan.
A los azteca se les llamaba los hombres sin rostro por no poseer una tradición cultural, la que después crearía Tlacaélel, dándole a la tribu un origen tolteca. Los azteca, plural de aztécatl, en honor a su caudillo Tenoch, usaron también el nombre de tenochca y llamaron a su ciudad Tenochtitlan. De acuerdo con los Anales de Cuauhtitlán, la peregrinación azteca tuvo una duración de trescientos dos años.
Donde principia la calle de Pino Suárez, en el costado oriente del palacio de gobierno del Distrito Federal, se localiza un conjunto escultórico que representa la fundación de la gran Tenochtitlan.
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